mayo 22, 2006

Eduardo Mendoza - MAURICIO Y LAS ELECCIONES PRIMARIAS

"A pesar de la perspectiva de los juegos olímpicos, la ciudad había caído en una especie de tristeza incómoda".
Vuelve Eduardo Mendoza y lo hace con la crónica sentimental de un pasado tan cercano que casi podemos rozarlo con los dedos, que el autor sitúa en Barcelona, entre las segunas elecciones autonómicas y la designación de la capital como sede olímpica. Esto es, entre 1985 y 1986.
En ese contexto se mueve Mauricio, un dentista acomoddo que en base a algunos actos que ni él mismo explica intentará aferrarse a los pocos ideales sociales que aun le quedan. Y lo hará entrando en política, colaborando para el PSC.
Ahí conocerá una serie de personajes, activistas de barrios obreros, que ya en aquellas épocas parecen ejemplares en peligro de extinción. Se sumergirá en un mundo proletario que ni es el suyo ni le interesa y hasta teme, consciente de que la ciudad, para bien o para mal, navega ya en otra dirección. Y el socialismo del que hace gala tambien. El dentista nunca perderá de vista a qué grupo social pertenece.
Mauricio o las elecciones primarias es una novela bien planteada y, pese a ser la primera obra no paródica del autor en diez años, quien disfrute con el estilo más esperpéntico de Eduardo Mendoza no se sentirá defraudado. Estampas como la actuación de "la Porritos" satisfarán a los que, como el que esto escribe, relee aun de forma periodica "El misterio de la cripta encantada", "El laberinto de las aceitunas" o "La aventura del tocador de señoras".
Pese a todo no es un gran libro. Que nadie espere encontrar aquí algo similar a "La ciudad de los prodigios".. Además, justo es decirlo, encontramos a un Mendoza un tanto clasista, cuya sátira de las clases populares, por su simplificación, puede llegar a herir quien, como yo mismo, proviene de ese extracto social.
Y, pese a los disfraces, me temo que ahí sigo. En 1986 recuerdo que firmé la primera hipoteca para un piso.
Hoy, transfromada, reconvertida y ampliada, aun la sigo pagando.
Como cantaba Gardel "veinte años no es nada"