El Hombre de los Círculos Azules significó el inicio de la saga protagonizada por el comisario Jean Baptiste Adamsberg. Para mí, que me acerqué a este personaje desde obras más recientes, ha sido toda una sorpresa descubrir que en un principio Adamsberg era todavía más raro que en sus últimas novelas, que ya es decir. Todo un mérito que apuntala a este policía como uno de los personajes más extraños de la novela negra actual.
Nos encontramos pues ante la primera piedra de un proyecto
que ha encumbrado a Fred Vargas a nivel internacional. Analizada en retrospectiva, la
novela acumulaba méritos para convertirse en un éxito. Más que por lo original o complejo de la trama, por
el planteamiento tan particular de los personajes. En este sentido creo que ha habido una cierta
evolución. En las últimas obras he visto a un Adamsberg más contenido mientras,
curiosamente, sus compañeros de trabajo en la comisaría han ido desquiciándose
de forma progresiva. En el libro que nos ocupa, apenas tienen relevancia, a excepción del inspector
Danglard, otro tipo digno de estudio.
En definitiva, El Hombre de los Círculos Azules es un buen
libro, entretenido y, en ocasiones, sorprendente. ¿Se puede pedir más para
pasar el verano?