abril 28, 2011

Clara Sánchez LO QUE ESCONDE TU NOMBRE

“Ahora el sol se ponía un minuto antes cada día, como más o menos le ocurría a mi vida” (Julián)


Clara Sánchez nos presenta en esta obra, ganadora del premio Nadal en 2010, una inquietante historia a dos voces en la que, bajo el paraguas de una historia de antiguos nazis, se reflexiona sobre el inevitable paso del tiempo.

Tiene a su favor el libro que no es previsible en su argumento y que está muy bien escrito. Y en su contra, siempre bajo mi personal criterio, que es un a novela cuya tensión va de más a menos. Promete mucho más en la página 50 que lo que ofrece en la 300. En medio Sandra y Julián, los dos personajes protagonistas, ambos muy bien construidos. Tanto que a uno lo llegas a querer, aunque a veces te desconcierte, mientras que el otro no deja de asombrarte de puro tonto que es. No doy más pistas. Dejo a los futuros lectores el adivinar quien es quien.

Se ha etiquetado “Lo que esconde tu nombre” como una novela de terror. No es cierto. Ni asusta ni pretende hacerlo. Se trata, eso sí, de un libro interesante que nos recuerda que los viejos nazis que aun no se han muerto son, antes que nazis, viejos. Y sus cazadores, por desgracia, también.

abril 27, 2011

Donna Leon CUESTION DE FE


“Sacrificad a los niños, capturad a los ciudadanos y vendedlos como esclavos, degollad a todos los hombres en edad de voto, violad a las vírgenes sobre los altares de los dioses, haced esto y más, pero no toquéis a un turista, ni al turismo. La espada de Marte es menos poderosa que sus tarjetas de crédito; sus compras todo lo pueden”.
(El inspector Brunetti ironizando para sus adentros sobre la importancia que las autoridades venecianas dan al turismo)

Nadie duda a estas alturas que la novela negra es un género en sí mismo. Sobrevalorada por la crítica en algunas ocasiones –como sucede con la moda actual por este tipo de narrativa- y ninguneada la mayoría de las veces por esos mismos exégetas de la literatura, las historias de crímenes y criminales, bajos fondos y vicio en altas esferas, policías santos o corruptos, putas de lujo, mujeres fatales y asesinatos de casi imposible esclarecimiento, han conseguido gracias al fervor del público un lugar propio en la literatura.

Quizá el mayor encanto de la novela negra es que en ella cabe casi de todo: dureza, lirismo, crítica social, amor, acción, misterio… No extraña pues que bajo el mismo sello aparezcan libros muy distintos o que bajo esta denominación englobemos a personajes tan diferentes como el Carvalho de Montalbán, el Bird de Connolly o el Wallander de Mankell. Eso sí, les aúna el haber sido creados para protagonizar una saga, uno de los grandes recursos de muchos autores de literatura negra.

En este contexto cabe enmarcar al comisario de la questura de Venecia Guido Brunetti, quien de la mano de su creadora Donna Leon lleva casi 20 años resolviendo toda suerte de crímenes en la ciudad de los canales.

A quien aun no conozca la obra de esta autora norteamericana afincada en Venecia, que escribe en inglés y que nunca ha permitido que sus novelas se traduzcan al italiano –un detalle jactancioso que, para mi gusto, dice muy poco de ella- le recomendaría que no empezara por este libro. Es más, le pediría que se olvidara, de momento, de sus cuatro o cinco últimos trabajos.

No es que “Cuestión de fe” sea un mal libro, pero evidencia en exceso que es la decimoctava vez que Donna Leon da vida a Brunetti. Y el cariño que la autora destila por el inspector le lleva a recrearse más en el personaje que en redondear la trama. Algo que puede desconcertar a los lectores noveles y que tan siquiera todos los seguidores de la saga aplaudirán. Y eso que Brunetti se hace querer. Por su simplicidad, su honradez y el buen rollo que destila. Incluso por su familia que, de tan perfecta que es, resulta irreal. Además, Donna Leon ha tenido el buen gusto de no envejecer apenas a sus personajes en estos 20 años. Es un detalle que le honra, cuando la tendencia de muchos autores es asignar un ciclo vital a los personajes, que suele coincidir con el del autor.

En definitiva, que nadie espere un trepidante thriller, todo y que la trama policial, con asesinato incluído, ahí está. Tampoco es un alegato político, aunque la autora vierta una crítica demoledora sobre la política, la sociedad y la justicia italiana, apenas velada por su fino sentido del humor. “Cuestión de fe• es un homenaje a unos personajes y a una ciudad que conforman la esencia de la escritora.

Mi veredicto sobre la obra no puede ser sino parcial. He leído la mayoría de novelas de Donna Leon y robado a Paola más de una de sus recetas de pasta. Comparto con Brunetti devoción por la grappa y también brindo con prossecco, al que aqui llamamos cava. Además, sé que Venecia es la ciudad más bonita del mundo; el único lugar al que me gustaría retirarme si alguna vez Barcelona deja de retenerme.

Total, ya no les irá de un turista más o menos.

abril 08, 2011

Umberto Eco EL CEMENTERIO DE PRAGA


No sería arriesgado asegurar que durante el siglo XIX, y en especial desde su segunda mitad, Europa tejió los mimbres que acabarán convirtiendo el siglo XX en el más sangriento de la historia de la humanidad. Usos propios del antiguo régimen conviven, no con pocas contradicciones, con los que emanan de la revolución francesa. Surgen nuevas ideologías, como el socialismo o el comunismo, enfrentados a una iglesia combativa ante el peligro que representan las modernas corrientes de pensamiento. Las alianzas entre países se sostienen sobre hilos tan finos que resulta difícil establecer quien es aliado o quien enemigo. La diplomacia ya no se lleva sólo desde las embajadas: espias, embaucadores, aventureros, grupos de presión, órdenes religiosas y sociedades secretas actúan desde el subsuelo, quien sabe si al servicio de otros o de sus propios intereses.

En este complejo escenario sitúa Umberto Eco su última novela y lo hace sintetizando en una sóla persona, el indeseable Simonini, buena parte de las intrigas que agitaron esa época. De la mano de este miserable falsificador conoceremos los orígenes del antisemitismo moderno, cómo se fabricaron teorías conspirativas y cómo éstas, bien manejadas por el poder para sus intereses, se usaron para espolear los peores instintos de la población valiéndose de los incipientes los medios de comunicación de masas.

Que nadie espere en “El cementerio de Praga” una novela de capa y espada. Y mucho menos una historia al estilo de “El nombre de la Rosa”. Umberto Eco ha parido un libro denso, bronco en algunas ocasiones y teñido de un macabro sentido del humor en otras, que relexiona sobre los orígenes de la era moderna, si por moderna entendemos esta sociedad en la que hoy día vivimos.
Debo reconocer que esta novela me ha gustado mucho. Por desgracia, soy de los que piensan que el hecho de que aun se asesine tanto en nombre de la fe o de la razón, o de que sigamos instalados en el miedo-odio al diferente, demuestran que estamos lejos de abandonar ese ciclo histórico cuyos albores tan bien describe Umberto Eco. Nos hallamos a años luz de la postmodernidad.

abril 07, 2011

Reyes Calderon LOS CRÍMENES DEL NÚMERO PRIMO

"El terror irrumpe en el monasterio de Leire"... y la literatura lo abandona despavorida desde la primera página.

Los Thrillers de ambientación religiosa tuvieron un gran boom tras "el nombre de la rosa". Quizá habría que situar a "los crímenes del número primo" en este subgénero, pero lo cierto es que la obra con que se despacha Reyes Calderón tiene más que ver con las aventuras de Santa Teresita del niño Jesús que con la que en su día protagonizara fray Guillermo de Baskerville.

"Los crímenes del número primo" es un libro con un guión que de inconsistente resulta absurdo, escrito además sin el menor sentido del ritmo narrativo. Una obra que puede llegar a asombrar al lector no por la trama, que no se aguanta por ningún lado, sino por la permanente loa a curas, obispos y cardenales, así como por la admiración casi morbosa de la autora por provincianos engominados. Cuanto más de derechas mejor.

Y no crean que escribo esto condicionado por el tufo a sacristía que la obra desprende. Sencillamente es que es un libro muy malo. Una novela que solo puede hacer las delicias a beatonas poco leídas y a miembros del Opus, más ordinarios que supernumerarios, me temo.
Eso sí, imagino que a Ana Botella le encantará.