abril 29, 2013

Dolores Redondo EL GUARDIÁN INVISIBLE

"El gesto la llenó de nostalgia de un verano que quedaba tan lejano como si perteneciese a otro mundo, un universo de luz y calidez donde eran imposibles las niñas muertas abandonadas en el lecho helado del río".

Mi empeño en no desvelar la trama de las obras que comento me obliga en ocasiones a hacer aseveraciones que después no demuestro sobre el papel, ya que hacerlo significaría entrar en detalles del argumento. Y es una pena, ya que, sin ejemplos claros que ilustren lo que cuento, algunas de estas conclusiones pueden parecer críticas gratuitas.

Así, si les digo que el final de El Guardián invisible es tan absurdo que resta credibilidad a toda la obra, me tengo que morder la lengua para no mencionar qué puntos concretos son inverosímiles, a riesgo de revelar el desenlace del libro. Por ello les animo a que descubran esas incongruencias por sí mismos. Les aseguro que será bastante fácil hacerlo.

¿Puede un mal final arruinar todo un escrito? Sin duda lo marca, pero no lo anula. Y El Guardián Invisible es una buena historia. Nótese que digo historia y no novela, ya que a nivel estilístico hay un notorio aire de precipitación que invade todo el libro. Dicen que los derechos cinematográficos de esta novela han sido vendidos a la productora de la saga Millenium antes incluso de su publicación. La propia Dolores Redondo confiesa también que la idea de convertir su novela en una trilogía no ha partido de ella, sino de la editorial.  Todo ello explicaría tanta urgencia en poner el libro en la calle, premura que se se evidencia, al menos en la edición que manejo, (Círculo de lectores, por licencia de Editorial Destino, 2013) en una cantidad de erratas muy superior a las habituales. Las iteraciones son permanentes y las faltas de puntuación exageradas. También encontramos párrafos que parecen colocados sobre algunos capítulos a posteriori, en plan corta y pega, truncando el estilo general de la narración.

"Las cartas son una puerta,  como una puerta no debes abrirla porque sí, ni dejarla abierta después".

En resumen, Dolores Redondo plantea en El Guardián Invisible una historia interesante aunque muy mal rematada –el final es horroroso- y escrita de forma irregular. Un relato que, con una buena adaptación, medios y un director competente, debería convertirse en una película excelente, pero que como literatura, sin ser tampoco el truño que temía en mi anterior entrada, lo cierto es que no acaba de funcionar.