"Mario Conde pensó que, en verdad, podía considerarse un ser muy afortunado: le faltaban miles de cosas, le habían robado cientos, lo habían engañado y manipulado, el mundo entero se hacía mierda, pero todavía él poseía cuatro tesoros que, en su magnífica conjunción, podía considerar los mejores premios de la vida. Porque tenía buenos libros para leer; tenía un perro loco e hijo de puta del cual cuidar; tenía unos amigos a quienes joder, abrazar, con quienes se podía emborrachar y soltarse a recordar otros tiempos que, en la benéfica distancia, parecían mejores; y tenía una mujer a la que amaba y, si no se equivocaba demasiado, lo amaba a él" (Leonardo Padura. Herejes)
A cualquier lector, por más voraz que sea, le resultará imposible abarcar siquiera una parte de los productos que la industria editorial pone a su alcance, aún en los géneros que más consuma. La parte negativa de este hecho es que habrá autores que no llegará a conocer y podrian ser muy de su agrado. La positiva es que, por más que lea, nunca agotará el catálogo de referentes literarios. Al contrario, siempre encontrará nuevos autores que sumar.
Reconozco que aunque había oído hablar de Leonardo Padura no había leído nada de este escritor cubano, encasillado en mi imaginario como un artífice -otro más- de novela negra. Herejes ha sido mi primera incursión en su obra y debo admitir que me ha impresionado. Por su buen hacer literario, por su valentía a la hora de tejer historias complejas, por su calidad para salir airoso de éstas, por su capacidad para la reflexión y por esa mezcla tan difícil de conseguir entre profundidad, amenidad y sentido del humor.
Herejes es una obra enorme, ambiciosa. Podríamos decir que se trata de muchos libros en uno. En su páginas navegaremos desde el Amsterdam del siglo XVII hasta La Habana pre y post revolucionaria, con escalas en Cracovia, Miami o la Alemania nazi. Leeremos sobre pintura, historia y religión, pero no como disciplinas asépticas, sino como portadoras de valores humanos: intolerancia, lealtad, esperanzas, desidias, amor y amistad.
Aunque quizá el principal mensaje de herejes sea el de reivindicar, a través de las historias que tejen esta obra, el valor de la herejía, esto es, la voluntad de apartarse de la ortodoxia política, social, moral o religiosa que predestina a una persona. Y el riesgo que tal actitud comporta.
Herejes es un libro grande, que trasciende de largo la etiqueta de novela negra para situarse allí donde sólo se encuentra la mejor literatura.
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