septiembre 13, 2013

Jesús Carrasco INTEMPERIE

“La intemperie le había empujado mucho más allá de lo que sabía y de lo que no sabía acerca de la vida. Le había llevado hasta el mismo borde de la muerte y allí, en medio de un campo de terror, él había levantado la espada en vez de poner el cuello.”

Intemperie ha sido una de las revelaciones de 2013, uno de esos libros que, aupados de forma viral, se han llegado a convertir en un pequeño fenómeno. Lo significativo es que esta notoriedad no se ha conseguido en base a ninguna nueva fórmula narrativa, sino recurriendo a un género con tanta tradición en España como es el drama rural.

Intemperie narra con excelente prosa las cuitas de un niño que huye y del cabrero que le da refugio, enfrentados ambos a una naturaleza hostil y a unos hombres sin entrañas. Se ha comparado mucho a Jesús Carrasco con Delibes por el protagonismo que logra otorgar al paisaje. Y es cierto pero, puestos a buscar paralelismos, debo reconocer que esta obra me ha recordado mucho a La Familia de Pascual Duarte, donde la degradación humana y la violencia son una constante.

La trama de este libro es demasiado simple para ser tenida en cuenta. Su fuerza reside en el omnipresente paisaje en el que se enmarca. Un territorio duro, semidesértico, cuajado de peligros y abandonos. Por desgracia, la obra se sustenta también en base  a las minuciosas descripciones con las que el autor nos regala, desde la forma correcta de cargar a un burro hasta cómo debe ordeñarse una cabra, explicadas con todo lujo de detalles y haciendo gala de unas expresiones extrañísimas, al menos para quienes no somos -muy pero que muy- de pueblo.

¿A quien recomendar este libro? Es difícil precisarlo. El lector urbanita debería enfrentarse a Intemperie consciente de que el mundo que descubrirá está tan alejado de él como el planeta Kriptón o La Tierra Media. Eso sí, quien goce del mundo rural y del western camuflado disfrutará con su lectura. Aquel que busque a Delibes no lo encontrará, pero es posible que la novela le agrade. Y quien aún crea que el boca a boca es la forma más sincera de promoción literaria es posible que se lleve una sorpresa.

En mi caso debo reconocer que he disfrutado del dominio del lenguaje de este autor y poco más. Sin restarle méritos a Jesús Carrasco, que los tiene, Intemperie no es mi libro.

Benito Pérez Galdós TRAFALGAR; CÁDIZ (EPISODIOS NACIONALES)

Amo todas esas fortalezas que ha ido levantando la historia, para tener yo el placer de escalarlas; amo los caracteres tenaces y testarudos para contrariarlos; amo los peligros para acometerlos; amo lo imposible para reírme de la lógica, facilitándolo; amo todo lo que es inaccesible y abrupto en el orden moral, para vencerlo; amo las tempestades todas para lanzarme en ellas, impelido por la curiosidad de ver si salgo sano y salvo de sus mortíferos remolinos; gusto de que me digan “de aquí no pasarás” para contestar “pasaré”


Benito Pérez Galdós fue un autor extraordinariamente prolífico. Sólo sus Episodios Nacionales abarcan cuarenta y seis novelas, divididas en cinco partes. Este verano he recuperado al escritor canario releyento Trafalgar y Cádiz, dos libros pertenecientes a su primera serie, la protagonizada  -salvo Gerona- por el joven Gabriel de Araceli.


¿Qué supone enfrentarse al universo galdosiano en pleno siglo veintiuno? Ante todo un inmenso placer, el derivado de reencontrarse con una obra que, en lo esencial, es atemporal.  Subrayo lo de “en lo esencial”, ya que que entenderé que el estilo pueda parecer desfasado a quien se acerque con mirada actual a estos Episodios Nacionales. Y quizá sea cierto, por más que la escritura de Galdós, como testimonio de tiempos y usos pasados, me encanta tal cual es. Pero por encima de estas consideraciones su mensaje es universal y sus reflexiones sobre España siglo y medio más tarde siguen de plena actualidad.


“Los dos bandos que habían nacido años antes y crecían lentamente, aunque todavía débiles, torpes y sin brío, iban sacudiendo los andadores, soltaban el pecho y la papilla y se llevaban las manos a la boca, sabiendo que les nacían los dientes”


Galdós es uno de los grandes del siglo XIX. Quizá sus Episodios Nacionales carezcan del sentido de la aventura de un Dumas o de la grandiosidad épica de Tolstoi, pero a cambio aportan una visión periodística que insufla de frescura y verosimilitud a una crónica que, con la ficción como excusa, disecciona casi cien años de nuestra historia.

Recuerden que buena parte de la obra de Galdós, incluyendo muchos de estos episodios, puede descargarse de forma legal y gratuita desde plataformas como Amazon.

Dan Brown INFERNO

Yo soy la sombra. Yo soy vuestra salvación. De modo que aquí estoy, en lo más hondo de esta caverna, contemplando la laguna que no refleja las estrellas. Hundido en este palacio sumergido, el infierno se cuece bajo las aguas. Pronto estallará en llamas. Y, cuando lo haga, nada en la Tierra será capaz de detenerlo.

Cualquier mortal puede reforzar su prestigio intelectual poniendo a parir a autores como Dan Brown. Es fácil y hacerlo eleva nuestro caché como iniciado en los arcanos de la Verdadera Literatura, sobre todo si nos movemos en entornos con escasa afición a leer. Pues bien, aunque todos tenemos prejuicios, yo en primer lugar, este blog intenta alejarse de dogmas y juicios preestablecidos. Bajo este prisma trataré de analizar la presente obra.

He leído varios libros de este autor. El Código da Vinci me pareció un plagio enfocado con mucha habilidad hacia un público que jamás percibiría la suplantación y recibiría el mensaje como un verdadero descubrimiento. Un acierto muy rentable para Dan Brown, quien supo ver el filón donde tantos otros habían pasado sin imaginarlo siquiera. Ángeles y Demonios logró entretenerme sin más. Y El Símbolo Perdido es uno de los mayores truños que he leído en mucho tiempo. Por tanto, al enfrentarme a Inferno podía esperarme cualquier cosa.

El resultado,tras leerla, es que me ha gustado.

Inferno reúne bastante de lo que se necesita para hacer agradable una lectura veraniega: es ligera, con la acción bien dosificada, se desenvuelve en parajes muy atractivos, plantea temas de actualidad y tiene un importante componente didáctico

Dan Brown sigue fiel a un estilo que, de puro neutro, hace casi imposible encontrar en él un ápice de literatura. Repite también protagonista y esquema general de la obra: el profesor Robert Langdon dispondrá de poco más de veinticuatro horas para descifrar un peligroso enigma, que en este caso pivota en torno a la figura de Dante . Como en anteriores obras Langdon se acompaña de una bella joven y la acción se desarrollará en escenarios muy atractivos, como Florencia, Venecia o Estambul.

En definitiva, Inferno es un divertimento que, de rondón, plantea también algún asunto interesante de fondo, como el problema de la superpoblación o los límites de la ciencia.