Yo soy la sombra.
Yo soy vuestra salvación.
De modo que aquí estoy, en lo más hondo de esta caverna, contemplando la laguna que no refleja las estrellas. Hundido en este palacio sumergido, el infierno se cuece bajo las aguas.
Pronto estallará en llamas.
Y, cuando lo haga, nada en la Tierra será capaz de detenerlo.
Cualquier mortal puede reforzar su prestigio intelectual poniendo a parir a autores como Dan Brown. Es fácil y hacerlo eleva nuestro caché como iniciado en los arcanos de la Verdadera Literatura, sobre todo si nos movemos en entornos con escasa afición a leer. Pues bien, aunque todos tenemos prejuicios, yo en primer lugar, este blog intenta alejarse de dogmas y juicios preestablecidos. Bajo este prisma trataré de analizar la presente obra.
He leído varios libros de este autor. El Código da Vinci me pareció un plagio enfocado con mucha habilidad hacia un público que jamás percibiría la suplantación y recibiría el mensaje como un verdadero descubrimiento. Un acierto muy rentable para Dan Brown, quien supo ver el filón donde tantos otros habían pasado sin imaginarlo siquiera. Ángeles y Demonios logró entretenerme sin más. Y El Símbolo Perdido es uno de los mayores truños que he leído en mucho tiempo. Por tanto, al enfrentarme a Inferno podía esperarme cualquier cosa.
El resultado,tras leerla, es que me ha gustado.
Inferno reúne bastante de lo que se necesita para hacer agradable una lectura veraniega: es ligera, con la acción bien dosificada, se desenvuelve en parajes muy atractivos, plantea temas de actualidad y tiene un importante componente didáctico
Dan Brown sigue fiel a un estilo que, de puro neutro, hace casi imposible encontrar en él un ápice de literatura. Repite también protagonista y esquema general de la obra: el profesor Robert Langdon dispondrá de poco más de veinticuatro horas para descifrar un peligroso enigma, que en este caso pivota en torno a la figura de Dante . Como en anteriores obras Langdon se acompaña de una bella joven y la acción se desarrollará en escenarios muy atractivos, como Florencia, Venecia o Estambul.
En definitiva, Inferno es un divertimento que, de rondón, plantea también algún asunto interesante de fondo, como el problema de la superpoblación o los límites de la ciencia.
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