"Me iban a matar. No, peor; codos y rodillas me transportaban a una negrura más infeliz que la muerte. Y todo por un viejo encorvado, un enano deforme, un niño cafre y una puta morena. Ya que los poetas no se atreven lo diré yo.
El amor es una mierda"
En literatura, la mayoría de autores eclipsan
a sus novelas. La prueba es que resulta más fácil recordarlos a ellos que a sus creaciones Todos conocemos a Donna Leon, por ejemplo, pero pocos diremos de
corrido y sin pensar el título de alguna novela suya. Hay obras, sin embargo,
que imponen su notoriedad por encima del autor que las ha escrito. Creo que es
el caso de Victus, un título con capacidad de trascender a su época y
convertirse en un clásico de la literatura.
Albert Sánchez Piñol ha logrado parir una obra
atemporal, que reúne mucho de lo bueno que la literatura puede aportar:
Tragedia, humor, drama o aventura, al servicio de unos valores tan perennes como
la solidaridad, el odio, el
egoísmo, el amor y la esperanza.
La guerra de Sucesión, el feroz asedio de
Barcelona por parte de los Borbones, la caída de la ciudad en 1714 y la abolición por conquista de los
derechos históricos de Catalunya, constituyen aún hoy, tres siglos más
tarde, una parcela de la historia
controvertida, mal conocida y peor explicada. De hecho no faltará quien se rasgue las vestiduras al
descubrir la visión de España que Vifctus muestra.
"No querían darse cuenta de que Castilla y Cataluña estaban en guerra exactamente del mismo modo que Francia e Inglaterra; que España era un nombre bajo el que se ocultaba una realidad que se apoderaba de la política, el comercio y, si me lo permiten, hasta del sentido común"
Cabe señalar el enorme trabajo de
documentación desplegado por el autor. Y su lenguaje claificador, alejado de
dogmas. Sin embargo, Sánchez Piñol ha tenido la maestría de no crear una novela
como excusa para explicitar el hecho histórico, sino utilizar éste para crear un
libro universal.
Victus está muy bien escrito. Su estilo
es ágil, ameno y conciso, ejecutado con una prosa impecable. Leyéndolo no es
difícil pensar en grandes como Dumas, y las evocaciones a la litreratura
española del siglo de oro son evidentes: Cervantes, Lope de Vega… ¡Quevedo no!.
Quizá sea éste uno de los motivos que inclinó a Albert Sánchez Piñol a escribir
esta obra –precisamente ésta- en castellano.
En definitiva, Victus es mucho más que un
homenaje a un pueblo, a una ciudad o a un país. Estamos ante una novela
monumental e imprescindible.
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