"Su concepto de Dios era el de un ser omnipotente no constituido por la unión de tres personas en una divinidad, como el cristianismo, sino de dos: un jodido enfermo y un genio maligno".
El descubrimiento de las atrocidades que los nazis ejecutaron sobre los judíos sumió a los teólogos de esta religión en una profunda crisis, resumida en una pregunta crucial: si ellos son el pueblo elegido ¿Cómo pudo Dios permitir eso? Y es que las explicaciones más lógicas pasan por asumir que, o bien Dios no existe, o no tiene a Israel como el pueblo elegido, o no es Todopoderoso. Respuestas tan terribles para un devoto que aun no han encontrado respuesta en el seno del judaismo.
Philip Roth enmarca su novela Némesis en ese mismo contexto histórico, el verano de 1944, pero lo ajeja de Europa y los campos de exterminio para situarla en la placidez de una ciudad de Estados Unidos, alejada de los combates. Sin embargo, sus personajes se enfrentarán a otreo horror no menos cruento, una epidemia de poliomielitis que se ceba de forma encarnizada sobre la parte más indefensa de la sociedad: los niños.
A partir de ahí Roth construye un sólido relato que sabe escapar de su vertiente narrativa para reflexionar sobre el destino, el azar, el dolor y el mismo hecho religioso. Y se permite el lujo de hacerlo sin un ápice de filosofía barata, ni efectismos literarios innecesarios, manteniendo en todo momento un estilo tan claro como contundente.
Némesis es un gran libro que permite muchas lecturas. Quizá no guste a todo el mundo, ya que el tema que le sirve de base es especialmente agrio. Aun así vale la pena acercarse aél pues sus valores son universales.