mayo 28, 2012

Carlos Zanón TARDE, MAL Y NUNCA


"La violencia no tiene orejas. No avisa de su llegada. No corre ni salta: solo estalla. Resulta estimulante no contenerse, no aplicar ningún freno intelectual ni moral. No preguntarse si es correcto o no hundir un puño en la cara de una mujer, asestarle zapatazos allí donde no se cubre, tirarle de la cabellera hasta que ella ayuda un poco y se pone a andar. El olor de la sangre, como el de la gasolina o la cola, es profundo, intenso. Llena por completo los agujeros de tu cabeza, te recuerda que en algún sitio existe un orden que sólo dictas tú. ¿Cómo evitar que eso no te guste?"

Cuenta Carlos Zanón que no descubrió que esta obra era una novela negra hasta un año más tarde de su publicación, cuando gantó el premio Brigada 21. Algo lento de reacciones me parece el autor ya que cualquiera que se acerque a Tarde Mal y Nunca descubrirá, desde sus primeras páginas, que esta narración es más negra que los cojones de Obama.  Y utilizo esta vulgaridad con plena conciencia, en un intento de situar el nivel intelectual de cualquiera de los protagonistas del libro.

Tarde Mal y Nunca es una novela de la mala vida. De tipos marginales de barrio abandonado, machistas, hiper violentos, con el cerebro embotado por las drogas y una capacidad intelectual rayana a lo nulo. Aprendices aventajados de delincuentes que ya han consumado el fracaso y a los que sólo les queda esperar a que sus vidas deriven, inevitablemente, en tragedia.

La novela es cruda, desgarrada y sin atisbo de poesía. Vivir en la marginalidad es una mierda y tratar de buscar algo de lirismo en ello resultaría, cuando menos, hipócrita. Algo que se agradece al autor, quien además huye de cualquier juicio moral

Resulta difícil valorar esta novela. Desde luego no recomendaría Tarde Mal y Nunca a personas sensibles, ni tampoco a quienes buscan la belleza en la lectura. Eso sí, el libro de Zanón hará las delicias de nihilistas y de los que, parapetados en sus cómodos sillones, adoran las historias de macarras, desde El Vaquilla o Perros Callejeros hasta mi añorado Makinavaja.

mayo 21, 2012

David Lodge TRAPOS SUCIOS


"¿No ve nada sexual en sentarse completamente desnuda con un desconocido en una cajita de madera?"

Si hace poco expresaba las reticencias que me provoca un volumen de más de 5 centímetros de lomo, esta vez toca quejarme por quienes deciden lanzar a precio de libro una obra que, maquetada de forma convencional, no pasaría de las 25 o 30 páginas.

Trapos sucios no es una novela al uso, sino la mínima adaptación que David Lodge hizo en 1999 sobre la obra de teatro, escrita por él  y de idéntico título, estrenada un año antes. El resultado final es un libreto apenas maquillado, con un protagonismo aplastante de los diálogos y una ausencia total la literatura. Un esfuerzo, a mi entender, inútil.  Y es que si ya cuesta adivinar cómo un argumento tan simple llegó a estrenarse en algún escenario, más incomprensible resulta aún que se haya novelado.

La cosa va de las tribulaciones de dos escritores adinerados en relación a una perversa periodista de nuevo cuño. Algo que, leído desde España, suena tan fantástico como si en este libro hubiera aparecido un elfo.  Porque en nuestro pais los peridodistas jamás buscarán los trapos sucios a un escritor, un pintor o alguien relacionado con la ciencia, las artes o la cultura. Más que nada porque sus lectores, o no los conocen, o les importa un pijo sus aburridads vidas.

No, aquí los únicos periodistas mordaces los encontramos entre aquellos que se dedican a seguir la vida de gente inútil e improductiva –la prensa de corazón- o parapetados tras esa abundantísima prensa de extrema derecha que dispara a diario sus sofllamas contra todo lo que no sea el PP.

Rota pues la única utilidad que podría tener la obra, Trapos sucios se revela como un libro bastante tonto y, desde luego, totalmnete prescindible. 

mayo 16, 2012

Félix J. Palma EL MAPA DEL CIELO

"Ahora sabía que un buen día, cuando saliera al jardín a arreglar los rosales, podía encontrarse a un grupo de diminutas hadas jugando al corro. Era como si todos los libros del planeta hubieran sufrido un descosido por el cual se fugaba la fantasía, calando en el mundo de tal modo que resultaba imposible distinguir la realidad de la ficción".

No es que sienta una aversión especial por los relatos extensos, pero pido que la historia lo justifique. Por ello, cuando me enfrento a un volumen grueso –más de 500 páginas- me asalta un temor. Y este es saber si el autor habrá ponderado, antes de acometer la tarea, si en verdad su historia exige de 700 o 1000 páginas para ser narrada.

Un ejercicio de estilo nada sencillo –sintetizar es mucho más difícil que abusar de las palabras- al que, si los escritores se aplicaran, evitaría toneladas de material de relleno que, en muchísimos casos, inflan sus narraciones sin aportar nada, desluciendo incluso el resultado final.

Pues bien, El Mapa Del Cielo de Félix J. Palma se alza como extraña excepción a esta regla: Es un libro inflado, repetitivo y en ocasiones aburrido, pero se salva por su principal defecto, esto es, por lo brillante de las apostillas, observaciones y reflexiones que engordan y mucho la trama principal. Y es que Félix J. Palma escribe muy bien pero, en esta novela, lo mejor de su estilo emerge cuanto más se aleja del nudo de la historia, que no es sino una nueva vuelta de tuerca al tan trillado tema de la invasión alienígena del planeta.

Sólo en la tercera y última parte del libro, y de esta en su mitad final, el escritor aporta sus propios recursos imaginativos al género fantástico y lo hace con maestría, pero para eso hay que situarse ya sobre la página 656 y pocos lectores llegarán hasta ahí sin cicatrices.

En definitiva, El Mapa del Cielo me parece un libro demasiado largo, que nos muestra a un autor muy superior a la obra que ha creado. Pese a todo, no lo calificaré como malo. Pasajes tan brillantes como aquel en el que el protagonista describe su vocación de escritor, o el curioso final del libro, lo redimen de ello.

Tengo en casa El Mapa Del Tiempo, el libro que encumbró a Félix J. Palma y que, intuyo, será muy superior a éste. Cuando lo lea les cuento.