diciembre 02, 2012

Jonas Jonasson EL ABUELO QUE SALTÓ POR LA VENTANA Y SE LARGÓ



"Allan metía a clérigos y políticos en un mismo saco y le daba igual que fueran comunistas, fascistas o capitalistas. En cambio, estaba de acuerdo con su padre en que la gente honrada no bebe zumo de frutas".

Como ya he comentado en otras ocasiones, soy de los que opinan que el título de un libro imprime el carácter de éste. Para bien y para mal pues de la misma forma que, en ocasiones, logra sintetizar el espíritu de la obra, otras veces dspista sobre el contenido de la misma.

Reconozco que con El Abuelo que Saltó por la Ventana y se Largó me ha sucedido algo así. Cogí el libro preparado para enfrentarme a una enternecedora historia sobre la tercera edad, con abuelitos amables, nietecitos cariñosos y buen rollo a raudales. Algo así como Heidi pero en actual. Pues bien, en su lugar me he encontrado con una especie road movieroad book, claro- adornada con pasajes al más puro estilo Forrest Gump y escrita con un sentido del humor que podría recordar a Eduardo Mendoza.

Huelga decir que , en este caso, el libro ha superado con creces las expectativas que, a priori, había puesto en él. Aunque su humor es sutil, cuando quiere, Jonas Jonasson sabe provocar la carcajada –tiene golpes de efecto realmente divertidos-  a partir de unos personajes de los que resulta muy difícil no encariñarse, expuestos a situaciones delirantes. De fondo, una curiosa perspectiva de algunos de los acontecimientos más importantes del siglo XX.

En resumen,  El Abuelo que Saltó por la Ventana y se Largó es mucho más que un mero relato cómico.  Estamos ante una brillante novela.

noviembre 05, 2012

Félix J. Palma EL MAPA DEL TIEMPO


“A medida que se adentraba en sus pretenciosas páginas, comenzó a cuajar en su mente el más puro tedio, aparte de la decisión de no citarse con sus admiradores nunca más”

Cuando, hace unos meses, realicé el comentario sobre El Mapa del Cielo comenté que me gustaría leer la obra que le precedió y dio fama, El Mapa del Tiempo, convencido de que sería mucho mejor que el libro que acababa de analizar y que no me dejó un buen sabor de boca.

Pues bien, ahora que ambas historias han pasado por mis manos, debo decir que mi intuición me traicionó. El Mapa del Tiempo  aun siendo el primer libro de la saga, es bastante peor que el segundo, ya que presenta en estado puro los vicios literarios que, ahora lo sé,  su siguiente obra intentó pulir. Esto es, una manía desmedida por entretenerse, en ocasiones de forma realmente soporífera, en describir con todo lujo de detalles situaciones y hechos alejados la trama principal y que, como el lector descubre pronto,  no solo no aportan sino que en nada influirán sobre ésta. ¿Con qué fin? Con el de alcanzar un nivel suficientemente abultado de páginas, intuyo, pues si no es difícil de explicar. O el de pretender hacer muchos libros en uno solo, una tentación que casi siempre lleva al fracaso.

Y es que de El Mapa del Tiempo, organizado como una suerte de trilogía apenas enlazada por algunos personajes comunes, sobran las dos primeras partes y la mitad de la segunda.  Así, lo que podía haber sido un fantástico relato de ciencia ficción acaba convertido en un libro farragoso en el que el género fantástico apenas logra abrirse paso entre la comedia de situación, el drama romántico o la novela de enredos, sin que estos géneros se conjuguen para ofrecer un producto coherente.

Y es una pena porque, lo dije en su momento y lo repito, Félix J. Palma escribe muy bien. Y además, está perfectamente documentado. Por desgracia, tener un estilo impecable o saber mucho de un tema no basta para parir una buena novela. Quizá Palma sea el primer convencido.  Así, cobraría sentido lo que él mismo cita en su libro: “Tal vez debería atreverse a escribir otro tipo de historias, algo que sacudiera el alma de los lectores de un modo distinto, una novela cuya lectura les supusiera poco menos que una revelación (...)”

¿Enstaría pensando en sí mismo?

octubre 01, 2012

Clara Sánchez ENTRA EN MI VIDA

"Cuántas cosas tuvieron que encajar en el universo para que ellos existieran y luego se encontraran y naciéramos mi hermano y yo. Cuántos millones de ojos, de bocas, de huesos, de células, cuantos miles de millones de personas fueron necesarios para que viniéramos al mundo, y antes de ellos, cuántos miles de millones de animales, de bacterias, de años, de tinieblas... y de esperar que llegásemos ¿Qué sentido podía tener entonces la muerte de Laura?".

El tema de los niños robados en España, tanto durante el franquismo como bien entrada la democracia, es uno de los mayores escándalos que ha sacudido a este país. Una abominación que será muy difícil de esclarecer ya que salpica de lleno a estamentos altamente protegidos.

Clara Sánchez se adentra en este turbio mundo con Entra en Mi Vida. Pese a lo actual del asunto, es evidente que la autora no ha escrito una crónica sino una novela, lo cual se agradece. Para informarnos ya tenemos a los diarios.  No encontraremos pues datos de actualidad, sino una historia escrita a dos voces, que descompone este drama bajo la doble perspectiva de quien busca respuestas y de quien descubre la terrible realidad.

El resultado es una novela en la que la humanidad de los personajes –o su perfidia en algunos casos- triunfa sobre el efectismo emocional en el que sería fácil caer al tratar algo tan sensible como es el robo de bebés.

Todo un detalle que demuestra el oficio de Clara Sánchez y su capacidad para crear historias conmovedoras con independencia del tema que trate.

Fred Vargas HUYE RÁPIDO, VETE LEJOS

–¿Sabes, Camille, que el día en que Dios creó a Adamsberg, había pasado una noche muy mala?

Segunda dosis de Vargas en un mismo verano. ¿Demasiado? Reconozco que, apenas iniciada la lectura, me sorprendió la semejanza de la trama de esta obra con la de El hombre de los Círculos Azules, de la misma autora y recientemente comentado aquí. Si en uno, los círculos azules pintados en el suelo preceden a los crímenes, en este otro, el número cuatro dibujado en las puertas es quien avisa de inminentes asesinatos.

Pura fascinación simbólica por parte de la autora, imagino, ya que a partir de aquí las historias no se parecen en nada, o no se parecen más de lo que dos novelas protagonizadas por el  comisario Adamsberg  pueden asemejarse entre sí.

En este libro, ya se percibe una cierta deriva gótica -que se ha hecho más evidente en sus últimas novelas- y que se refleja  en la forma de dar cuerpo a la trama con algo tan siniestro como la peste bubónica.

La autora sigue fiel a su estilo, Los personajes estrambóticos y las situaciones surrealistas se dan cita de nuevo en un relato en que, pese a todo, la trama policial se impone sobre el especial universo creado por Fred Vargas con más autoridad que en otras obras.

Toni Hill EL VERANO DE LOS JUGUETES MUERTOS

"La oyó reírse, y se dijo que precisamente era eso lo que echaba más de menos últimamente en su vida: no alguien con quien follar, o con quien pasear o con quien vivir. Alguien con quien reírse de esta vida de mierda".

Si en la anterior entrada comentaba la excelente salud que parece exhibir la moderna novela negra barcelonesa, el libro que ahora nos ocupa reafirma aquella impresión.

Y no es que ambos libros se parezcan. Al contrario, mientras “Siempre Quise Bailar…” recrea –con gran acierto- todos los lugares comunes del género,  El Verano de los Juguetes Muertos se sustenta sobre todo en lo sólido de la historia y en la credibilidad que transmiten sus personajes.

Sorprende Toni Hill por lo bien que controla el “tempo” de la novela, afinando el momento en que corta cada capítulo con la misma precisión de un director de cine al cambiar de escena. Ello infunde a la narración un ritmo propio, que le permite transitar airosa por una intriga en ocasiones compleja.

En definitiva, El Verano de los Juguetes Muertos es un buen libro en el que secretos de familia, ciertas dosis de nihilismo y un relato más crudo que violento, conforman una novela que gustará a los amantes del género negro  y a aquellos que aprecien las historias bien resueltas.

septiembre 13, 2012

José Luis Romero SIEMPRE QUISE BAILAR COMO EL NEGRO DE BONEY M


"Barcelona es una ciudad donde la violencia no respeta ni a los viejos ni a los niños, una ciudad donde la vida en su estado natural es cruel y a veces sucia, una ciudad donde reina una batalla sin cuartel de todos contra todos y donde los más fuertes y los más sinvergüenzas avasallan a los más débiles".

Reconozco que compré esta novela hace un par de años con el mero fin de regalarla para un cumpleaños, dado lo bien traído del título. Y que, pese a adquirirla con un fin tan utilitario, me quedé con ganas de descubrir qué escondía. Por el título, claro. Así que, cuando este verano pude asaltar la librería de mi cuñada, beneficiaria en su momento de aquel presente, tuve claro qué le iba a pillar.

Pues bien, Siempre Quise Bailar Como el Negro de Boney M es un libro excelente, una de las mejores lecturas que he podido disfrutar este año. Un tributo a la novela negra, narrada por alguien que en cada párrafo evidencia cuanto ama este género.

Siempre Quise Bailar Como el Negro de Boney M es, hasta donde sé, la primera obra de José Luis Romero. Una ópera prima que revela un nivel poco usual de coherencia en su autor: José Luis tiene cosas  que contar, sabe cómo hacerlo, y conoce bien acerca de lo que escribe. A veces le traiciona su debilidad por los arquetipos, lo que hace que algunas conversaciones –con su secretaria, por ejemplo­­- resulten poco creíbles. Pequeños detalles perdonables porque, por lo demás, la obra es casi redonda. Romero ha leído a los clásicos y se nota.  Siempre Quise Bailar Como el Negro de Boney M rebosa cinismo, whisky, humo de tabaco, algo de denuncia social, alcohol, hostias como panes, incorrección política, sexo y mucho humor, al servicio, eso sí, de una historia interesante.

Un buen libro, en definitiva, que demuestra que la novela negra barcelonesa -en mi opinión un subgénero en sí misma - goza de una salud excelente.

PD: Documentándome para esta entrada he descubierto que Siempre Quise Bailar Como el Negro de Boney M se vende en Amazon a tan solo 0,99 € en su formato ebook. Por ese mismo ridículo precio, podemos encontrar también la nueva novela de Romero, La Komisaría del norte.  Motivo más que suficiente para comprar un Kindle ¿No creen?

agosto 20, 2012

Andrés Pérez Domínguez EL VIOLINISTA DE MAUTHAUSEN


Franz Müller se había alejado de Alemania seis años antes porque quería probar suerte como violinista pero también porque no le gustaba lo que veía en Berlín, pero él es alemán, y en algún rincón de su conciencia ha preferido pensar que lo que imaginaba no podía ser verdad, que era imposible que existieran esos campos adonde decían que se llevaban a la gente”.

Hay libros cuyo mero título ya evoca. El Violinista de Mauthausen es, sin duda, uno de ellos. Tanto que, ante la perspectiva de visitar el campo de exterminio, consideré necesario comprarlo. También ocurre en ocasiones que, tras leer unas pocas páginas, obras en las que había depositado grandes esperanzas, devengan en una enorme frustración. Por desgracia, también ha sido el caso.

El Violinista de Mathaussen se me había vendido de forma errónea como una suerte de crónica novelada del periplo de los presos españoles en aquel campo nazi. No es así. La poca información que ofrece tan siquiera llega a la que podamos encontrar, no ya en la wikipedia, sino en cualquier guía del lugar no demasiado extensa.

Exculpando de antemano al autor por la confusión, lo que queda es una historia de triángulo amoroso ambientada en la segunda guerra mundial. Y es aquí donde esta novela muestra todas sus carencias, que no son sino las de su autor.

Entendámonos, el problema no es lo que se cuenta, que incluso podría tener su cierta gracia, sino cómo se plasma en letra escrita: lenguaje plomizo, ausencia de ritmo, patinazos incomprensibles y un estilo general que, para no alargarme, muestra el amplísimo margen de mejora que Andrés Pérez Domínguez tiene por delante como escritor.

julio 25, 2012

Fred Vargas EL HOMBRE DE LOS CÍRCULOS AZULES

"La mujer degollada tenía los ojos abiertos y aterrorizados, y también la boca abierta, casi con la mandíbula desencajada. Producía la impresión de que estaba a punto de gritar la gran frase escrita a su alrededor, "Victor, mala suerte, ¿qué haces fuera?".

El Hombre de los Círculos Azules  significó el inicio de la saga protagonizada por el comisario Jean Baptiste Adamsberg. Para mí, que me acerqué a este personaje desde obras más recientes, ha sido toda una sorpresa descubrir que en un principio Adamsberg era todavía más raro que en sus últimas novelas, que ya es decir.  Todo un mérito que apuntala a este policía como uno de los personajes más extraños de la novela negra actual.

Nos encontramos pues ante la primera piedra de un proyecto que ha encumbrado a Fred Vargas a nivel internacional. Analizada en retrospectiva, la novela acumulaba méritos para convertirse en un éxito. Más que por lo original o complejo de la trama, por el planteamiento tan particular de los personajes. En este sentido creo que ha habido una cierta evolución. En las últimas obras he visto a un Adamsberg más contenido mientras, curiosamente, sus compañeros de trabajo en la comisaría han ido desquiciándose de forma progresiva. En el libro que nos ocupa, apenas tienen relevancia, a excepción del inspector Danglard, otro tipo digno de estudio.

En definitiva, El Hombre de los Círculos Azules es un buen libro, entretenido y, en ocasiones, sorprendente. ¿Se puede pedir más para pasar el verano?

julio 16, 2012

Lluís Llach MEMÒRIA D'UNS ULLS PINTATS



"Avions! Eren bombarders! Molts. Imponents. Volaven baixos. Tot i la poca claror de la lluna poguérem veure els seus perfils, metal·lics, quasi negres, i com s'acostaven alineats. Quedàrem allà immòbils, petits enmig del mar, garratibats, impotents mentre per damunt dels caps ens passava aquella ferralla en direcció a la ciutat. Malgrat la nit i la consigna de llums apagats, Barcelona es veia diàfana a l'horitzó. Aquella lluna mig mora els guiava perfectament per abocar-hi la mort.
I va ser així com involuntariament assistírem, des del mar, al bombardeig de Barcelona"

Reconec que, tot i que el fenomen de la nova cançó va esclatar a la meva adolescència, no  vaig començar a gaudir de la música d’en Lluis Llach fins molts anys mes tard, degut al rebuig ancestral que llavors sentia vers els cantautors. Potser per això vaig decidir que no volia trigar tant en conèixer la seva nova vesant com a escriptor, malgrat les reticències que sempre tinc quan em trobo davant del debut literari d’un famós, encara que sigui en el terme mes noble de la paraula.

Doncs bé, Memòria d’uns Ulls Pintats es un llibre excel·lent. Sense dubtes, la millor novel·la que he llegit aquest 2012. I això que encara tinc la memòria fresca amb dos obres molts bones que tracten el mateix període: El Lector de Julio Verne -la postguerra-  i, sobre tot, Cabaret Pompeya.

Memòria d’uns Ulls Pintats son molts llibres en només un. Descriu les convulsions de la república, la bogeria de la guerra civil i el terror de la dictadura i ho fa carregat d’ideologia, amb tot l’orgull.  També es un cant a la vida, a la joventut, a les contradiccions de l’adolescència i a la descoberta de la sexualitat. Sap transmetre els valors tan humans  com la amistat o la solidaritat entre veïns o desconeguts, només pel fet d’ajudar a qui ho està passant tant malament com tu. I, per sobre de tot, Memòria d’uns Ulls Pintats es una gran història d’amor.

La prosa de Llach es molt acurada, precisa a les expressions i sense floritures inútils. Les seves descripcions del barri de La Barceloneta son memorables, i resulta creïble tant quan explora els terrenys de la intimitat dels seus personatges,  com quan descriu situacions duríssimes, que també n’hi ha.

En definitiva, amb la Memòria d’uns Ulls Pintats, Lluis Llach ha creat una petita obra d’art.

junio 28, 2012

Donna Leon LA PALABRA SE HIZO CARNE


“Se sirvió una copa de vino blanco y sacó una silla a la terraza, donde permaneció una hora sentado contemplando cómo la luza se iba apagando hasta desaparecer, bebiéndose a sorbos su vino y dando gracias porque todos tuvieran vidas y cuestiones de las que ocuparse, ajenos a las terribles mentiras y decepciones que llenaban sus días”.

En anteriores crónicas de esta saga,  apuntábamos ya que cada nueva obra de Donna Leon pierde componente de novela negra respecto a la anterior, y gana como ejercicio de estilo. La Palabra Se Hizo Carne no es una excepción. Una trama justita que  sirve como excusa para describir situaciones y desarrollar unos dialogos muy bien planteados. ¿Es eso suficiente? El arte de Donna Leon como escritora se demuestra en pasajes como el de la visita al matadero, pero quizá sus seguidores esperábamos una historia menos previsible.

Como en todos los libros de la saga Brunetti, por La Palabra Se Hizo Carne desfila buena parte de los personajes  habituales en sus historias el inspector Vianello, la signorina Elettra, o el vicequestore Patta.  De entre ellos, hoy querría destacar a Paola, la esposa del comisario. Y es que esta mujer se supera de libro en libro.

Paola lo tiene todo. Es intelectual, trabaja en la Universidad, rica heredera de una de las principales familias de la ciudad, abnegada ama de casa –nadie, ni de dentro ni de fuera, le ayuda en las treas domésticas- , entregada madre ante sus hijos y principal confidente de su marido. Por si esto fuera poco Paola está buenísima y además cocina de maravilla unos platos, en ocasiones muy sofisticados, que ella elabora a diario para complacer a su familia. En este libro Paola llega al extremo de leer la mente de su marido a distancia, capaz de, por ejemplo,  adivinar cuando llegará Brunetti a casa con ganas de beber champlagne franceés, en lugar de vino o prosecco. En fin, Paola es tan perfecta que a muchos nos daría miedo cnvivir con alguien así, convencidos de que un ser como ese necesariamente debe esconder un lado tan oscuro como tenebroso tras esa fachada.

En definitiva, La Palabra Se Hizo Carne no es un gran libro, tanto por sí mismo como comparado con le resto de la saga en que se emarca.  Le salva del “poco recomendable” el cariño que tengo a Brunetti y algunos destellos como la misa de difuntos con que cierra la obra.